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miércoles, 13 de abril de 2011

Donde habitan las fantasias

Tenía un cliente que, antes de una cita, se pasaba varios días mandándome mails, haciéndome llegar imágenes y videos de páginas porno para que viera lo que el cuerpo le pedía.
Me comentaba, que le resultaba muy complicado revelar algunos secretos tan oscuros de su intimidad a su esposa, que le preocupaba sobremanera qué pensaría ella de él, si pensaría que estaba mal de la cabeza, que era un viejo obsceno.
Aquellos videos que él me mandaba, eran de porno europeo de los años 90, películas que se rodaban en grandes mansiones, en las que las doncellas llevaban vestidos muy cortos y al limpiar dejaban entrever sus moldeados glúteos, escoltados por medias y ligueros. En las que el párroco que venía a confesar al moribundo patriarca, traía consigo a una joven novicia que bajos sus hábitos escondía su cuerpo desnudo sólo protegido nuevamente con unas medias blancas y un liguero de encaje a juego.
No se imaginan cómo aquel hombre me hizo despertar a una sexualidad para aquel entonces oculta para mí. Al ver aquellas películas mi mente volaba y prácticamente podía sentirme en aquella mansión dando rienda suelta a mis más íntimos deseos.
Pero una vez, como dicen aquí, se saltó completamente la barda. Cuando llegó a la ciudad, pasó a por mí y me llevó a una tienda de trajes de novia, donde me hizo comprarme un presuntuoso traje blanco, de esos con los que todas las niñas soñamos de pequeñas. Después, pasamos a una tienda de lencería íntima y me compró un corsette blanco ajustadísimo con liguero a juego y unas medias color carne preciosas.
Yo no sabía bien que pensar, me dejé llevar, al fin que a nadie le amarga un dulce, pero estaba bien sorprendida, no articulaba palabra. Pero aquello no acabó allí, me llevó a comprar zapatos, después a una estética donde dijo que era su hija, que me casaba esa tarde,  y que me quería ver como la novia más bella del mundo, que no escatimaran en gastos.
No salía de mi asombro. Ya ni siquiera era, lo que estaba viviendo yo, que era surrealista. Aquel hombre llevaba gastados no menos de quince mil pesos aquel día, simplemente preparando una fantasía.
Tras un largo día, llegué a la suite del motel, vestida de civil y con peinado de boda, donde me esperaba sobre la cama el resto del kit de fantasía que mi cliente había comprado para su noche de lujuria.
Mientras él apuraba en el sofá una copa de whiskey, en el dormitorio me puse todos los accesorios y al salir, él se quedó  mirándome fijamente como mira un león a su presa, y sin decir palabra se incorporó y acercándose a mí, me besó apasionadamente perdiendo sus manos en mi faldón, cual pirata en búsqueda del tesoro que habita entre mis piernas.
Se arrodilló y comenzó a hacerme sexo oral mientras yo sujetaba con mis manos el vestido, en una postura cuanto menos poco ortodoxa. Enterraba su lengua en mi entrepierna mientras  agarraba mis nalgas con fuerza con sus manos.
Ese día, fue uno de los encuentros sexuales que más han marcado mi vida, y mi trabajo. Descubrí cómo una chica normal, con la ropa adecuada, se transforma en una diosa de las fantasías. La ropa adecuada es como el portal a un universo completamente diferente, donde habitan las fantasías.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Eso es servicio. Me alegra que ambos se la pasaron bien.

Alicia dijo...

la mente es el mejor afrodisiaco!!

Anónimo dijo...

que hermosas bubis tiens alicia