miércoles, 30 de marzo de 2011
Una manera de empezar
Aun con las dudas de si dedicarme a esto era lo mejor para mí o no, un lunes sin pensarlo prácticamente di con mis huesos en las oficinas de “El Norte”, para poner un anuncio en la sección de adultos para ver que pasaba.
Se me ocurrió ser la primera escort sincera y el texto del anuncio decía algo así como “estudiante llegando a la ciudad con problemas para pagar la colegiatura, me ayudas?”.
Sin ni siquiera estar segura de la decisión que había tomado me encontré respondiendo una cantidad de llamadas incluso absurda, con propuestas de todo tipo. Estaban las graciosas del tipo “vente a vivir conmigo y te pago la colegiatura y jamás necesitarás nada más”, las sentimentales del tipo “pero que te pasó bonita, como llegaste a esta ciudad tan peligrosa y te quedaste sin nada”, las groseras como “si me dejas calar que onda contigo, y me lo haces mejor que mi esposa igual y te ayudo”, y otro sin fin de gente que simplemente llamaba para pasar el rato o intentar pescar una jovencita ingenua de la que aprovecharse.
Pero habían algunas llamadas de gente que simplemente preguntaba qué ofrecías y en qué condiciones, y ahí conocí a mi primer cliente como escort...